Pese a ese cansancio propio de los trotes en una Lima resaqueada de tanto tráfico, la noche de ayer ví una película que refería a la vida de Sir Thomas More, muy diestro en el ingenio para desenvolverse entre los hombres y fiel a Dios. Por esta última cualidad sería condenado a muerte y canonizado después.
Me cayó en gracia el agudo ingenio de este personaje, así que me propuso el ánimo investigar sobre este personaje en el Wikipedia, en ese recorrido hallé su inspiración en la vida de otro personaje desconocido para mí: Giovanni Pico della Mirandola. Porsupuesto, con un click, su vida se develó ante mi curiosidad.
Y este pensamiento suyo me cautivó:
Cuando Dios ha completado la creación del mundo, empieza a considerar la posibilidad de la creación del hombre, cuya función será meditar, admirar y amar la grandeza de la creación de Dios. Pero Dios no encontraba un modelo para hacer al hombre. Por lo tanto se dirige al prospecto de criatura, y le dice: "No te he dado una forma, ni una función especifica, a ti, Adán. Por tal motivo, tú tendrás la forma y función que desees. La naturaleza de las demás criaturas, la he dado de acuerdo a mi deseo. Pero tú no tendrás límites. Tú definirás tus propias limitantes de acuerdo a tu libre albedrío. Te colocaré en el centro del universo, de manera que te sea más fácil dominar tus alrededores. No te he hecho mortal, ni inmortal; ni de la tierra, ni del cielo. De tal manera, que podrás transformarte a ti mismo en lo que desees. Podrás descender a la forma más baja de existencia como si fueras una bestia o podrás, en cambio, renacer más allá del juicio de tu propia alma, entre los más altos espíritus, aquellos que son divinos.
Épocas van y épocas vienen. La lucha es una, la de nuestro propio interior. Sir Thomas More fue fiel a Dios siendo fiel a sí mismo, cuando todos aquellos que le rodeaban en la más indigna de las ventas, otorgaron su conciencia al rey. More, maestro en las leyes de su tiempo, defendió su posición ganándose la admiración de sus contemporáneos, colocando en su escala de principios primero a Dios, luego los hombres. Temía más por su alma que por su bienestar pasajero en la tierra.
En un mundo escaso de ejemplos, la inteligencia de este personaje me motiva en los estudios de Derecho que por ahora llevo.
Nos hacen falta hombres como éstos. Si conocen alguno, no sean ingratos, prensentenlo ante mí con la celeridad de una liebre que alegre corre por la pradera.
Así es como comienzo este espacio, mi espacio, para dialogar con los amigos que tengo lejos, a quienes amo con el alma, para permanecer juntos pese a la separación fortuita de la distancia y el tiempo.
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